Jorge Garcés B.
El individuo de hoy vive insatisfecho. Es un tirano de sí mismo y consume para despolitizarse, aunque no se dé cuenta. Entonces, es rebelde, pero no para liberarse de sus cadenas, sino para soportar el éxito. Es decir, “la meta del yo”. Y trata de realizarse en el más profundo vacío existencial y como un depredador intenta sobrevivir en un mundo repleto de depredadores, donde nadie reconoce a nadie.
De tal manera, que la inestabilidad es permanente, la insatisfacción es constante y se vive en una falsa autosuficiencia, que ignora cómo se derrumban los hechos que no corresponden a la realidad ni a una verdad constatada. La ausencia de esta validación explica la sordera y el éxodo de nuestra mirada para soportar y evadir la frustración que genera vivir.
En consecuencia, se vive una falsa libertad y un orden de cosas injusto, que lleva al aislamiento del individuo y a una “ingobernabilidad permanente”, que no se resuelve cambiando símbolos patrios. Es más, la razón per se ya no es un derecho, sino la facultad de entender, por ejemplo, nuestras soledades, mientras deambulamos anónimamente entre las multitudes o nos volvemos tiranos al interior del núcleo, donde no gobierna nadie.
En el mejor de los casos gobiernan las desigualdades, por momentos la inclusión, por momentos lo inconexo, a pesar de la segmentación que hace el mercadeo con nuestro sistema nervioso. Entendiendo, que hoy la búsqueda es por lo identitario, donde cada individuo es un movimiento político en sí, pero sin movilidad real; porque odiamos la diferencia y competimos con el más cercano sin transformar nuestra conflictividad antes de que se convierta en un problema para los otros.
No quiero ser pesimista, porque no lo soy. Sin embargo, hay una nueva teoría que plantea que ser positivo ya no es un estado de ánimo, sino una construcción ideológica. Esta teoría argumenta que el pensamiento positivo es un estímulo para trabajar, haciendo que el individuo crea que el trabajo lo hace merecedor de buscar la felicidad, comprando, viajando, consumiendo o experimentando lo deseado. El trabajo hace sentir útil a las personas, mejora la autoestima y junto a la remuneración se consolida como el principal vehículo para ser feliz.
Al mismo tiempo agrega que, sin ningún sustento científico, la teoría de ser positivo nos hace creer que con esta actitud se pueden combatir las enfermedades; hacer que todo problema se convierta en una oportunidad; que el rechazo se pueda defender con la mente y que los verdaderos retos están dentro de nosotros mismos. Lo cierto es que nadie lo suficientemente sano mentalmente hoy quisiera estar con una persona negativa y esto explica mil cosas, pero en especial por qué algunas personas han optado, por ejemplo, en no ver las noticias, aunque evadir las noticias no cambie la realidad, la agenda setting, los hechos noticiosos o nuestro bienestar.
“Nadie es más esclavo que aquel que se siente libre sin serlo” (Goethe). Esto explica, por un lado, al existencialismo contemporáneo y por el otro lado, a una virtud o a una trampa del sistema; porque estamos presenciando una época donde el disenso dejó de ser necesario y la ideología del “pensamiento único” se viene imponiendo. Además, todo indica que el disenso es controlado por el sistema para reafirmar el consenso dentro del monoteísmo de la democracia de mercado y el fanatismo de la economía política dominante.
En otras palabras, somos iguales, porque no tenemos identidad propia, fuerza crítica o capacidad de cuestionarnos. De tal manera, que ya no hay necesidad de castigar la rebeldía, porque no queda ni el más mínimo asomo de ella. Este es el único mundo posible. El mundo de las soledades, donde los individuos se consideran libres, porque consumen, piensan, carecen y anhelan lo mismo; o porque piensan diferente y aceptan y valoran que existe la diferencia, las particularidades históricas y asumen las consecuencias de esta otra forma de aislamiento igual de cruel.
Ante este panorama, la soledad sería la única alternativa para sobrellevar la soledad, aunque me rehúso a dejar de ser positivo y a dejar de creer en el amor propio y en el amor hacia la diferencia y las similitudes que puedo compartir con los demás. Parafraseando a Carl Jung, la soledad es peligrosa y adictiva, porque cuando te das cuenta de la paz que hay en ella, ya no quieres tener que lidiar con las personas. Dar y recibir puede ser hermoso, pero también puede llegar a convertirse en una carga. La poeta argentina Alejandra Pizarnik recuerda que: “lo que le ocurrió a Kafka es lo mismo que me ocurrió a mí. Él se aisló demasiado en la soledad y sabía; él debió saberlo, que de ahí no regresa nunca nadie”.
LANZA LLAMAS:
El próximo sábado publicaré la reflexión y el audiovisual complementario sobre la coyuntura política de la semana.
DOCUMENTO AUDIOVISUAL COMPLEMENTARIO:
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DOCUMENTOS DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:
SADIN, ERIC. “La era del individuo tirano”.
DUBET, FRANCOIS. “La época de las pasiones tristes”. Resentimiento e indignación en el mundo actual.
EHRENREICH, BÁRBARA. “Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo”.
FUSARO, DIEGO. “Pensar diferente. Una filosofía del disenso”.
FUSARO, DIEGO. “Odio la resiliencia. Una palabra del poder”.
TORRALBA, FRANCESC. “Una clase magistral sobre la vida, la muerte y el tiempo”. Entrevista de Enric Sánchez a Francesc Torralba para el canal “Vidas Contadas” de Youtube. Junio 1 de 2024.
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