PETRO SIGNIFICA PIEDRA
- Jorge B
- 23 jul
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Actualizado: 24 jul
Jorge Garcés B.
Todo parece indicar que vuelven las inversiones forzadas y los bancos tendrán que ofrecer créditos blandos para reactivar la industria del país. Además, se avecina otra reforma tributaria que piensa recaudar entre 20 y 26 billones de pesos, aunque todavía no se conoce cuál será el chantaje que utilizará el Gobierno Nacional. Lo cierto es que en la Casa de Nariño tardaron tres años para radicar en el Congreso una ley de sometimiento con enormes beneficios para las estructuras criminales y en el peor momento estratégico para las Fuerzas Armadas, porque estamos perdiendo la guerra.
Simultáneamente, el presidente Petro continúa siendo incapaz de llamar a la unidad, de buscar consensos y sin ningún asomo de autocrítica. El primer mandatario “no gobierna con datos, sino con dogmas” (Yohir Akerman) y sus cifras siguen llenas de imprecisiones por no decir de mentiras, a pesar de tener algunos números para poder sacar pecho sin ningún problema. Y no deja de ser paradójico, porque no le importa mentir, a pesar de saber de que tiene a medio país encima.
Lo cierto es que la oposición sigue estando dispersa y más reactiva que nunca, porque al primer mandatario lo eligieron para llevar a cabo un cambio político y está cambiando el modelo económico del país. Por eso, Colombia necesita hoy más que nunca guardianes de los equilibrios, ya que entendimos gracias al constitucionalista Mauricio Gaona, que eso que el gobierno llamaba “bloqueo” en realidad se llama oposición y que es el precio que se paga por gobernar en una democracia.
En todo caso, se aproxima un año electoral sumamente difícil para Colombia. El primer mandatario está cada vez más radical y envalentonado. En el Congreso se va a legislar poco y seguimos sin saber de dónde vienen exactamente las balas que amenazan con revivir la violencia política en el país.
Mientras tanto, para Gustavo Petro la victoria política sigue significando primordialmente resistir. El jefe de Estado está convencido que estamos viviendo los días finales del paradigma neoliberal y que el sueño de una revolución planetaria está reviviendo con los ritmos del sur. Es decir, que el libre mercado representa la esclavitud contemporánea, porque reúne todas las frustraciones de la juventud y que la codicia se ha convertido en el mayor generador de violencias en el mundo de hoy.
Para el jefe de Estado la lucha de clases ya no es entre trabajadores y empresarios o ricos y pobres, sino entre cómo vivir dignamente sin que la codicia cercene la vida digna. Y como lo decía anteriormente, la necesidad de un cambio político lo llevó a la presidencia de Colombia, pero su intención de cambiar el modelo económico y reemplazar al petróleo y el carbón por el turismo se debe a un intento apresurado, pero genuino por evitar la extinción humana.
Su tesis es que, para salvar la vida, el “capital fósil” debe dejar de ser el factor dominante entre los seres humanos y que esto explicaría la Primavera Árabe del 2010 y 2012, donde hubo una serie de estallidos sociales exigiendo reformas en Oriente Medio y el Norte de África. Muy parecido al estallido social en el 2019 en Chile o en el 2021 en Colombia, donde unos creen que los jóvenes se levantaron contra la dictadura del capital y otros consideran que se trató de una toma guerrillera.
LANZA LLAMAS:
Les envío la reflexión unos días antes, porque debo ir a cuidar un bosque de niebla.
SEMANARIO LA LLAVE:






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