Jorge Garcés B.
Decir que la democracia en Colombia está bajo amenaza no sería nada nuevo, porque ese ha sido su estado natural desde que tengo memoria. Sin embargo, el Estado de bienestar no está funcionando como debería, porque el sistema está roto. Las instituciones están hechas a imagen y semejanza de los bandidos. El Estado colombiano sólo sirve para ser robado y la gente está cansada de trabajar como una mula, mientras que los únicos que se enriquecen son los ladrones.
Por eso, en cualquier momento el poder político podría ser tomado democráticamente para desmontar la democracia, en aras de resolver los problemas más urgentes de los ciudadanos. Colombia ya no tiene los anticuerpos de antes para evitar esta amenaza, porque el narcotráfico y el dinero fácil acabaron con la ética del trabajo. La pobreza, la violencia y la corrupción son la receta perfecta para que en este país se instale una dictadura. Así que necesitamos que la democracia funcione.
Nuestro histórico centralismo, por ejemplo, desprecia todo lo que proviene de la provincia, pero quienes piden la descentralización ignoran que los alcaldes de los pequeños municipios del país, que representan prácticamente a toda Colombia, no tienen la preparación académica para administrar con eficiencia los recursos públicos. En otras palabras, el problema no siempre es la corrupción, sino la incompetencia. Por ejemplo, el porcentaje de trabajadores del Estado colombiano con carrera administrativa es tan sólo del 32,6 por ciento.
El segundo problema que enfrenta la descentralización en Colombia es que una buena parte de los alcaldes del país están a merced de los grupos armados ilegales, porque el poder local es una pugna de poderes ilegales. Por lo tanto, hablar de autonomía territorial es una fantasía democrática. Entre otras cosas, no es fortuito que en Colombia investiguen más los periodistas que los funcionarios judiciales.
Mientras tanto, el presidente Petro demoniza constantemente al sector privado y lo responsabiliza de la histórica deuda social. Seguramente el jefe de Estado no sabe que, en la vida y especialmente para gobernar, hay que mirar más para adelante que para atrás. El Estado y los empresarios deben trabajar en llave en todos los campos de acción, aunque con cautela en los sectores de seguridad y justicia. En los demás frentes las posibilidades son convenientes e infinitas, porque según Juan Ricardo Ortega, sólo el 20 % de los colombianos viven en condiciones de “modernidad”. Es decir, con un ingreso alto y una calidad de vida al mejor estilo capitalista.
De tal manera, que hay que renovar a la clase política y a la clase empresarial también. Hay que reinventarlas a ambas éticamente para que jalonen la productividad del país. Necesitamos disminuir la violencia; enfrentar la pobreza y la desigualdad; reformar quirúrgicamente, pero sin miedo las instituciones políticas y económicas; reducir la brecha digital; proteger la biodiversidad y reconocer amorosamente a nuestras culturas.
Esto sería hacer la paz con Colombia, pero no se puede profundizar la democracia acabando con ella o demonizando a todos aquellos que no comparten nuestras ideas políticas. Dicho de otra forma, Colombia necesita transformaciones democráticas y no socialistas. Para ello, deberíamos revisar el “Contrato Social” o la Constitución de 1991, porque la Carta Magna no pudo resolver el problema del clientelismo o del intercambio extraoficial de favores.
Y por último, Colombia necesita un proyecto de desarrollo y de producción nacional que ayude a crear riqueza; que mejore la calidad de vida de las personas; que industrialice al campo y que el Estado junto a la ciencia, la educación y la tecnología, conviertan a nuestros productores en empresarios globalmente competitivos.
LANZA LLAMAS:
¡Feliz puente festivo!
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DOCUMENTOS DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:
FLOREZ, CARRILLO, FERNANDO. “Sin miedo. Defender la democracia desde la democracia”. Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S., Bogotá - Colombia 2024.
ROBLEDO, ENRIQUE, JORGE. “Sin pelos en la lengua. Mi vida y mis luchas”. Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S., Bogotá - Colombia 2024.
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