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LENGUAJE Y PROBLEMA

Actualizado: 21 jul

Jorge Garcés B.

 

 

Desde esta trinchera digital estoy tratando de entender la realidad social como cosa y cuerpo histórico de un montón de problemas. Estoy experimentando la desilusión que produce la libertad de estar solo para pensar el problema del poder. Estoy tratando de objetivar al conocimiento como sujeto social, digno de sospecha y de estar irremediablemente sujetado a una postura ética y política demasiado humana.

 

Voy detrás de “la relación de fuerzas” y de sentido para tratar de vivir sin ser dominado. Es decir, de negociar los significados sin que se me imponga “el paisaje”. Bourdieu recuerda que “los sesgos oscurecen la mirada”. Por ejemplo, que perdemos el tiempo viendo al mundo como un espectáculo que debe ser interpretado y no como un conjunto de problemas específicos que necesitan de soluciones pragmáticas. En otras palabras, no hay que ser un genio, pero debemos ser organizados para no caer en el sesgo más problemático de todos: “el sesgo del intelectual”. El sesgo en el que supuestamente Sartre cayó analizando a Flaubert y que Bourdieu tanto cuestiona.

 

Entonces, ojo con el ojo educado y la manera como nos relacionamos con el objeto de estudio, cambiando la naturaleza del tiempo, la distancia, el sentido y la representación del objeto mismo. Dicen que para la verdadera liberación está “la sociología de la sociología”, pero la pureza sigue estando en el campo social y no en el trabajo de campo, ni siquiera en la razón científica, donde “comprender y explicar son la misma cosa”. Lo que no es lo mismo es tratar de comprender y explicar la naturaleza de los hechos, porque esto es precisamente lo que nos separa de nosotros mismos y de los demás.

 

De tal manera, que deberíamos de ser conscientes de nuestras contradicciones, pero no necesariamente para cambiarlas, sino para neutralizar el dolor de vivir actuando y la necesidad de seguir haciéndolo. La realidad es una condena, pero cuando ocurre una ruptura entre la vida y la obra del autor, aunque se construye otro dominio, también se construye otra condena, porque la vida se convierte en arte y el artista en persona.

 

Para Bourdieu esta relación “encantada” entre el creador y su creación es una representación dominante como cualquier otra, donde lo que se constituye no se define y no se humaniza lo suficiente. Es una trampa y las hay todavía más sutiles y complejas como “las trampas del imaginario” y donde la singularidad del objeto de estudio nubla el análisis. Bourdieu advierte que somos prisioneros de caer en los mismos problemas y en las mismas soluciones, si obviamos que todas las relaciones de poder son distintas.

 

Ahora bien, la mayoría de los artistas y escritores a lo largo de la historia han pertenecido a las clases dominantes o privilegiadas. La historia de las ideas es burguesa y tener tiempo para pensar tiene un costo muy alto. Bourdieu explica que, en el siglo XIX, primero estuvo “el arte social”. Luego, “el arte por el arte”. Posteriormente, “el arte burgués” y perfectamente podríamos estar viviendo “el arte por el miedo”. Una transformación del arte, el artista y las relaciones con la materia y la verdadera gravedad de las cosas. Me refiero a desempolvar las manchas del origen y a sentir la pureza rechazada por la “tontería” de quienes viven en torno a una forma que no dice nada.

 

Mientras tanto, en la hermenéutica las ciencias sociales se necesitan hoy más que nunca para comprender y explicar el mundo social, pero el consenso en la comunidad científica no existe, es ficticio y en el mejor de los casos temporal, como todos los acuerdos humanos alrededor de “la verdad” y la verdad moral. La autoridad que otorgan los hallazgos y los diplomas son prácticamente una pelea por existir y ganarse la vida.

 

No obstante, esta competencia no aniquila el pensamiento o agota la discusión. Más bien, la enriquece. La competencia académica también tiene sus bondades y el pensamiento debe ser plural, reflexivo y propugnar por el trabajo en equipo de la mayor cantidad de disciplinas posibles; para trabajar los lugares y los problemas alrededor del poder y los “juegos de poder”, que dominan lo universal, la universalidad de los símbolos, los usos sociales y la colonización civilizadora de Occidente (el choque de culturas o de civilizaciones).


Esto pareciera liberador, pero no lo es. Es homogenizante y el arte juega políticamente con esta lejanía. Nunca será suficiente para el creador. El artista tiene que llamar la atención para ser reconocido por otro igual que él (Bourdieu lo intentó con Foucault). El desconocimiento podría cambiar esta arbitrariedad, pero es desconocido. El conocimiento anula al desconocimiento. No lo deja conocer ni mucho menos conocerse.

 

Bourdieu agrega que texto sin contexto no circula. Está muerto en el mundo de hoy, a pesar de ser este un mundo que se desprendió del contexto hace mucho tiempo. Bourdieu entra en el campo de la desnacionalización de los textos, pero he preferido quedarme con la desnaturalización del lenguaje para que el pensamiento intente ser universal y verdaderamente problemático.

 

LANZA LLAMAS:

 

Viendo la ceremonia que marcó el inicio de una nueva legislatura en el Congreso de la República y antes de abordar brevemente el discurso “veintejuliero” del presidente Petro, quisiera expresar que estoy de acuerdo con el cuestionado congresista Iván Name, cuando dijo que el centralismo es uno de los principales problemas del país y que tener dos cámaras en el Congreso (“dos opiniones”) es un acierto democrático.

 

Dicho esto, el primer mandatario comenzó desarmando inteligentemente al “auditorio”, pidiendo perdón por los hechos de corrupción acontecidos en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). En otras palabras, agarró el toro por los cachos y asumió la responsabilidad política, pero, al fin y al cabo: ¿qué es eso? Luego, reiteró su intención de que Colombia cambie su modelo económico y de desarrollo para volver al campo, al mundo agrario o del tacto y a la producción de alimentos. En otras palabras, planteó la necesidad de una reforma agraria, pero no sólo para cumplirle a las Farc, sino, porque como decía Bateman: “en Colombia no habrá paz si primero no hay justicia social”.

 

También celebró que la agricultura estuviera creciendo al 9 % y que la pobreza en el campo se hubiera reducido en un 10 %. Quedé estupefacto cuando afirmó que las divisas del turismo superaron a las del carbón (confieso que no lo sabía). Aceptó que la industria va mal, pero responsabilizó de su estancamiento a las altas tasas de interés. Es decir, al Banco de la República. El jefe de Estado considera que es más efectivo controlar la inflación disminuyendo las tarifas de la energía eléctrica.

 

Igualmente, el primer mandatario dijo que a la paz la hicieron trizas los presidentes Santos y Duque, porque el primero firmó un acuerdo que no era viable y el segundo se hizo el loco durante su cuatrienio y que eso tiene mucho que ver con la violencia que estamos viviendo hoy. Claro que se le olvidó decir que entre él y el anterior Comisionado de Paz, fortalecieron torpemente al Estado Mayor Central. De cualquier modo, el presidente Petro considera que la violencia ideológica es un asunto del pasado y que a los grupos armados ilegales de hoy sólo les interesa el control de las rentas ilegales.

 

En tal sentido, el primer mandatario sostuvo que la llave de la paz está en transformar las economías ilícitas por economías lícitas en territorios como el litoral Pacífico. Reiteró que quiere intervenir las vigencias futuras, porque considera que son grandes inversiones que acrecientan las desigualdades en vez de menguarlas. Sacó pecho afirmando que 1 millón 600 mil personas salieron de la pobreza monetaria y 1 millón 200 mil de la pobreza extrema. No sin antes aclarar, que esto no se debió a los subsidios del gobierno, sino al aumento del salario mínimo.


También señaló que trabajamos mucho y producimos poco en comparación a los demás países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico​ (OCDE) y que, por lo tanto, no somos eficientes ni competitivos. El presidente Petro es partidario de producir más en menos tiempo de trabajo. Su propuesta es de 40 horas semanales sin disminuir el salario mínimo. En esa misma dirección, se mostró partidario de bajar la tasa impositiva de las empresas y abaratar los créditos del Estado.

 

Él sabe que con un ministro de Hacienda tan cuestionado y con la economía estancada otra reforma tributaria no tiene ningún futuro en el Congreso. Además, no resolvería el problema de caja antes de un año. Sin embargo, creo que lo va a intentar. Por otro lado, anunció que volverá a presentar una reforma a la salud, no sin antes expresar que los hospitales y las clínicas de Colombia están felices con el giro directo. Habrá que preguntarle mañana a las prestadoras de servicios de salud si eso es cierto o es mentira.

 

Lo importante es que el presidente Petro cambió de tono, propuso hablar y dialogar con el Congreso sobre los grandes temas del país. No mencionó la palabra constituyente durante todo el discurso, pero sí la necesidad de un acuerdo nacional que incluya al Congreso y a los ciudadanos. También se refirió nuevamente a la “inversión forzosa”, que no es otra cosa que la inversión pública, pero con recursos privados, porque el Gobierno Nacional no tiene caja en estos momentos. Ya conoceremos los detalles de la reforma agraria, la reforma a la salud y el plan de choque para reactivar la economía en el paquete de leyes que presentará al Congreso.

 

DOCUMENTO AUDIOVISUAL COMPLEMENTARIO:

 

ENLACE:

 

DOCUMENTO DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:

 

BOURDIEU, PIERRE. “Intelectuales, política y poder”. Eudeba, Universidad de Buenos Aires, Argentina, 1999.

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