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LAS JOYAS DE LA CORONA

  • Foto del escritor: Jorge B
    Jorge B
  • hace 1 día
  • 3 Min. de lectura

Jorge Garcés B.

 

 

Estuve averiguando sobre la guerra del oro en Sudán e inmediatamente se me vino a la cabeza nuestras “guerras verdes” y la histórica violencia por las esmeraldas en Boyacá. Sin embargo, las exportaciones de todo el sector esmeraldero no supera los 150 millones de dólares al año. En otras palabras, las exportaciones de esmeraldas son mucho menores en comparación a las exportaciones de oro que alcanzaron el año pasado una suma de más de 4 mil millones de dólares. Claro que esto también incluye el oro ilegal que se disfraza de lícito, aumentando cada vez más el crecimiento de las exportaciones de este sector. Dicho de otra manera, el 60 % del oro que comercializa Colombia es ilegal.

 

En todo caso, a nadie parece importarle eso ni las decenas de miles de personas asesinadas en Sudán, el Congo o Ruanda. Por ejemplo, en el genocidio de Ruanda en 1994 mataron a machetazos a un millón de personas en tres meses. Ruanda es del tamaño de Haití y lo llaman “el país de las mil colinas”. Allá se filmó la famosa película Gorillas in the Mist y sus principales cultivos son el café, el té y el banano.

 

Ahora bien, la violencia en África se debe en buena medida a países como Inglaterra, Estados Unidos y Francia que desde hace 300 años andan detrás del oro y los diamantes. No contentos con ello, ahora quieren apoderarse del cobalto y de otros elementos químicos cruciales para los avances de la medicina y la tecnología moderna.

 

El hecho es que en países como el Congo, Sudán y Ruanda no hay censos, registros ni bases de datos para el diseño de políticas públicas que ayuden a mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Sólo hay anglosionistas y galos ahondando en las diferencias religiosas y físicas entre los africanos. Por ejemplo, en Nigeria se matan los yihadistas musulmanes con los cristianos y en Ruanda se matan los hutus con los tutsis por la estatura. Los hutus se caracterizan por ser altos y los tutsis por ser bajitos.

 

Por si fuera poco, en África también asesinan a sus mejores y más destacados líderes políticos. Dicen que los ingleses asesinaron en 1961 a Patrice-Lumumba, tras pronunciar en 1960 un célebre discurso contra el racismo de los colonos en presencia del rey Balduino de Bélgica, dando inicio a la República Democrática del Congo.

 

Patrice-Lumumba fue el primer ministro democrático del Congo y un importante líder antimperialista. Lo cierto es que los Emiratos Árabes Unidos también ha financiado y ha hecho parte de toda esta barbarie. Para decirlo francamente, el 98 % del oro de Dubái y Abu Dabi proviene de Sudán y está manchado de sangre.


Mientras tanto, en Colombia se encuentra una esmeralda cada hora y una gema de estas puede llegar a costar hasta 500 mil dólares en Tiffany. Es más, en un bulto de tierra puede haber hasta 50 millones de pesos en “chispas” verdes. Dicen que lo más importante de una esmeralda es su tamaño, claridad y que su color sea verde saturado e intensamente verde. Lo cierto es que los esmeralderos rasos son más guaqueros que mineros y los esmeralderos poderosos son más bandidos que esmeralderos.

 

No obstante, las cosas han cambiado. En los años 60 del siglo pasado los títulos mineros estaban a cargo de personajes que se movían entre narcotraficantes y paramilitares. Me refiero a hombres como Víctor Carranza. Hoy, las grandes minas están en manos de empresas estadounidenses y de inversionistas extranjeros.

 

Esto ha pacificado significativamente al gremio, aunque no del todo, porque recientemente y en menos de un año un francotirador asesinó a los dos zares de las esmeraldas, Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga” y a Jesús Hernando Sánchez. Ambos vivían en el mismo conjunto residencial en el norte de Bogotá y ambos fueron asesinados con el mismo modus operandi.

 

Dicen que el autor intelectual del doble asesinato es un señor que se llama Julio Lozano Pirateque, ciudadano de los Emiratos Árabes Unidos, que vive en Dubái y que supuestamente quiere apoderarse del negocio de las esmeraldas. Por cierto, desde abril de 2025 y desde que asesinaron a Jesús Hernando Sánchez no hay un zar de las esmeraldas en Colombia. La estrategia entre los esmeralderos es que los elefantes se vuelvan ratones y que al monstruo le nazcan mil cabezas. Así se vuelven menos vulnerables y protegen el negocio mientras se esclarecen los hechos.

 
 
 

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1 comentario


Luis Arango
Luis Arango
hace un día

Muchas gracias Jorge. Las esmeraldas Colombianas son de las mejores del planeta. Será que el Gobierno Colombiano pondrá leyes sólidas para proteger esta industria?

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