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LA VIDA ES BELLA

  • garcesbjorge
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 3 horas


Jorge Garcés B.

 

 


Hay que tratar de entender los conflictos para resolverlos sin el uso de la fuerza. Sin embargo, mientras las guerras se basan en el engaño, la locura se basa en el autoengaño. Por eso, “la vida es bella” en la película de Roberto Benigni y los locos nunca hablan de su locura (Foucault). En otras palabras, dicen que para sobrevivir en el mundo de hoy hay que saber engañar y ser creativos (Orson Welles).

 

No obstante, conflicto también es ficción, porque las diferencias suelen ser menores de lo que uno generalmente piensa. En todo caso, la política es la ciencia que organiza el fantasioso caos en el que vivimos, porque los ingenieros resuelven más problemas que los politólogos y los poetas se nutren de los problemas.

 

De cualquier manera, las corporaciones de hoy son poderosos ejércitos y detrás de su estructura financiera están los 25 siglos desde que Sun Tzu escribió “El arte de la guerra”. Lo cierto es que la dialéctica del conflicto domina la vida de los hombres y la doctrina militar es ante todo un instrumento disuasivo para construir la paz entre las naciones.

 

Por lo tanto, que la felicidad sea nuestra paz y la paciencia sea la madurez que necesitamos. Mi invitación es a racionalizar menos y a soltar el timón. Por ejemplo, para vivir una vida más tranquila, para encajar afuera y sufrir menos. Este aparente equilibrio es la contradicción de los que no saben descansar o de los que cuidan el cuerpo y descuidan la mente.

 

Entiendo que parte de ser adulto es permanecer en vigilia, aunque las amenazas casi nunca son reales. En todo caso, un adulto debe saber medir las consecuencias de sus actos; ser consciente de sus límites; ser consciente de su capacidad de hacer daño y ser capaz de ponerse en los zapatos del otro para entender que uno va por la vida despidiéndose y que cada funeral te va preparando para tu propia muerte. Mientras tanto, hacemos hasta lo imposible para ser amados y reconocidos por los demás. De lo contrario, la frustración genera violencia, histeria o depresión.

 

De cualquier forma, la comedia y la tragedia nos ayudan a sobrellevar lo difícil que es la vida, porque “la risa relativiza las cosas” y las vuelve más profundas. Por otro lado, la tragedia nos recuerda las tragedias de los demás y que así viene el sándwich. Menciono lo anterior, porque a veces nos sentimos muy distintos, pero la vida se encarga de igualar las cargas, todo a su debido tiempo y todo en su lugar.

 

Por eso, qué mejor que tratar de vivir una vida tranquila, pero no por el confort de las cosas, sino por la cautela de saber, por ejemplo, que la mayoría de los traumas son leves, pero que tienen una inmensa posibilidad de transformarse en violencia. De todos modos, hay que aprovechar cada microvida después de cada micromuerte para volver a empezar, porque esta vida es implacable con todos.

 

No es fácil unir el cuerpo con la mente y unirlo todo con el alma, porque hay que exponerse o difícilmente ser descubierto en pijama. Lo cierto es que el mayor problema que tiene Colombia es la salud mental de sus ciudadanos. Nos debatimos entre el desencanto y el delirio que produce el licor, la violencia, el fútbol y la política. En patocracias como la nuestra, el poder enloquece y generalmente los más poderosos son los más enfermos mentalmente. Por eso, hay que arrebatarles el lenguaje y convertir sus trastornos en entornos creativos, reflexivos, propositivos y transformadores para los demás.

 

Entre otras cosas, porque el mundo está lleno de personas con demasiadas certezas y hay que aprender a convivir con ellos. En cualquier caso, la vida no es un poema. La vida es un destino que no es de palo ni es un pedazo de espejo. Ojalá mi destino sea de gracia y de una noble y tierna torpeza.

 

En consecuencia, Colombia necesita consolidarse como una república liberal, más allá de las expectativas conceptuales del lenguaje. Bastaría que experimentáramos un pedacito de la Constitución de 1991, del Estado Social de Derecho o de esta patocracia en ciernes para asimilar la idea de vivir para descansar y hacer las paces con nosotros mismos.

 

DOCUMENTOS DE CONSULTA Y/O REFERENCIA:

 

1.    TZU, SUN. “El arte de la guerra”. Negretbooks, Bogotá, Colombia, 2013.

 

2.    ROMERO, SILVA, RICARDO & GAVIRIA, ALEJANDRO. “El arte de no enloquecer”. Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S. Bogotá, Colombia, 2025.


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