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LA VERDADERA ENCRUCIJADA DEL ALMA

  • Foto del escritor: Jorge B
    Jorge B
  • 3 ago
  • 3 Min. de lectura

Jorge Garcés B.


 

El expresidente Álvaro Uribe Vélez fue condenado en primera instancia por los delitos de soborno en actuación penal y fraude procesal. Es decir, por prometerle dinero a un testigo para que faltara a la verdad o guardara silencio y por inducir en error a un servidor público. El fallo lo sentencia a 12 años de prisión domiciliaria y a pagar una multa aproximada de 3 mil millones de pesos, aunque recordemos que en Colombia la presunción de inocencia rige en todas las instancias del proceso judicial.  

 

Dicho esto, no creo que el expresidente Uribe haya cometido los delitos por los que fue condenado, pero todos debemos respetar el fallo. La defensa apelará ante el Tribunal de Bogotá y en caso de no tener suerte le queda el recurso extraordinario de casación ante la Corte Suprema de Justicia para impugnar la sentencia.

 

Lo cierto es que una sentencia de más de mil páginas no es común para los que ejercen el derecho en Colombia. Otra particularidad del juicio fue que la fiscal pidió una condena de nueve años y la juez impuso una condena de doce años. Además, el principal objetivo del sistema penal acusatorio fue introducir la oralidad para agilizar los procesos judiciales y no la lectura, aunque entendiblemente temerosa de un fallo durante once horas continuas.


En todo caso, la extensión del fallo será caviar para la defensa y seguramente van a tutelarlo para solicitar la libertad condicional hasta que la sentencia quede en firme, porque se le están violando garantías elementales al acusado. No estoy diciendo que la juez está prevaricando, pero la libertad es un derecho fundamental y esencial para la dignidad humana.

 

Sin embargo, no es fácil de entender que a quienes han cometido crímenes de lesa humanidad se les sentencie a cumplir penas restaurativas que oscilan entre los 5 y 8 años y que al expresidente Uribe le impongan 12 años de prisión domiciliaria. No se puede equiparar a Álvaro Uribe con los antiguos jefes de las Farc, porque así no vamos a resolver la violencia en Colombia.

 

De hecho la pelea de dos políticos (Álvaro Uribe e Iván Cepeda) nunca debió llegar a los estrados judiciales y en mi concepto el expresidente Uribe fue mal asesorado. Y, aunque Álvaro Uribe no tiene el mismo poder de antes, este fallo le va a agregar un ingrediente más a la polarización del país y a las campañas políticas que recién están comenzando.

 

No obstante, el verdadero efecto político lo veremos cuando el Tribunal de Bogotá falle en segunda instancia en el mes de octubre y el verdadero efecto jurídico lo veremos cuando los abogados Jaime Granados y Jaime Lombana comiencen a recusar a los magistrados del Tribunal de Bogotá para que el caso prescriba.

 

Mientras tanto, la confianza que le tienen los ciudadanos a la justicia en Colombia continúa siendo prácticamente nula y el presidente Petro sigue con el cuento de llevar al expresidente Uribe a la Justicia Especial para la Paz (JEP). El primer mandatario está convencido que Colombia necesita una ley de punto final, a cambio de la verdad histórica de todos los actores inmiscuidos en el conflicto. Es decir, que sin el expresidente Uribe no puede haber “Paz Total”.

 

En cualquier caso, no creo que el expresidente Uribe se preste para esa indignidad o chantaje y tampoco creo que la justicia en Colombia vaya a salir bien librada después de este proceso, porque el presidencialismo está afectando la independencia de los demás poderes públicos. La justicia en Colombia no puede seguir siendo selectiva y haciendo valoraciones subjetivas o sesgadas para dirimir confrontaciones políticas como la que nos convoca.

 

En otras palabras, la justicia en Colombia es injusta, porque no hay la más mínima coherencia en la política criminal del país, aunque algunos digan que así es la ley, estricta con unos y laxa o permisiva con otros. Menciono lo anterior, porque la juez utilizó al expresidente Uribe como una figura pública, que merecía una sentencia ejemplarizante para enviarle el mensaje a la sociedad colombiana de que la justicia ya no es sólo para los de ruana.

 

No obstante, los uribistas seguirán siendo uribistas y los petristas seguirán siendo petristas, pero el expresidente Uribe deberá escoger entre dos caminos: la prescripción del juicio y por consiguiente sufrir una histórica derrota política o jugársela con la posibilidad de ser derrotado en un juicio que lo victimice ante la historia. Ojalá que esta vez sus abogados e hijos lo aconsejen bien o el expresidente Uribe se deje aconsejar, porque esta sí es la verdadera encrucijada del alma.

 

LANZA LLAMAS:

 

Esta semana no hay semanario, porque tuve que atender otras obligaciones de fuerza mayor. Gracias por su comprensión y reciban un abrazo.

 
 
 

1 comentario


Luis Arango
Luis Arango
04 ago

Dice el penalista Francisco Bernate que no ve posibilidad de que el caso pueda prescribir. Dice que llegará a los estrados judiciales con un sello rojo con fecha. Le da un 5% de probabilidad de prescripción. Amanecerá y veremos.

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