LA REFORMA LABORAL DE UN PRESIDENTE QUE NO LE GUSTA TRABAJAR
- garcesbjorge
- 15 mar
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Jorge Garcés B.
El presidente Petro dice que acudirá a una consulta popular para desbloquear institucionalmente al país, a pesar de tratarse de una virtud democrática que los pesos y contrapesos y la separación de poderes estén funcionando. Además, el mecanismo de la consulta popular en esta ocasión no sería un ejercicio de soberanía, de democracia directa o participativa, sino de manipulación política, porque su principal objetivo serían las elecciones presidenciales del 2026 y sumarse a las campañas políticas de las elecciones parlamentarias y las consultas interpartidistas.
Sin embargo, en vez de hacer una consulta popular sobre esta reforma laboral en particular, se debería más bien consultarle al pueblo sobre los asuntos que conciernen al diseño institucional y la modernización administrativa del Estado para que las políticas públicas y las inversiones del gobierno logren sus objetivos con celeridad y menos recursos. Es decir, para que el Estado sea más eficiente. Este “déficit democrático” deja entrever que son otras las prioridades de Gustavo Petro y que no estamos ante la eventualidad de un cambio estructural para el país, sino ante la reacción en caliente de un presidente que está lejos de comportarse como un hombre de Estado.
Dicen que no siempre lo más popular es lo más conveniente y esta reforma laboral representa pan para hoy y hambre para mañana, porque destruye el empleo y no incentiva la creación de nuevos empleos. Ahora bien, una consulta popular hace parte de los mecanismos de participación que brinda la Constitución de 1991, gracias a su espíritu garantista y, por lo tanto, no es un instrumento para presionar, estigmatizar o amenazar al Congreso con el uso de la violencia, ni mucho menos es una herramienta para reemplazar al legislativo o sacar adelante proyectos de ley.
De tal manera, que la oposición está haciendo la tarea y el jefe de Estado está olvidando que a los congresistas también los eligieron más de 22 millones de colombianos mediante el voto popular. Cabe agregar que una política fallida para reconocer derechos y reivindicaciones sociales suele terminar vulnerando los derechos y las gestas sociales de otros ciudadanos. Así que los colombianos debemos hoy más que nunca rodear las instituciones, defender la democracia y rechazar cualquier asomo de violencia en las calles. El presidente Petro prefiere rodearse de la Guardia Indígena, la Guardia Campesina y la Primera Línea antes que de su propio gabinete y a la mayoría de los colombianos nos gusta rodearnos de la democracia y el imperio de la ley.
Por lo pronto, la reforma laboral está virtualmente muerta y Gustavo Petro necesitaría que más de 13 millones 600 mil ciudadanos participen en la consulta popular y que cada pregunta obtenga más de 6 millones 800 mil votos afirmativos. No será una tarea fácil que tanta gente participe en esta contienda, pero el primer mandatario es mil veces mejor haciendo campaña que gobernando al país. Además, el presidente Petro actúa como si esta fuera la primera vez que se archiva virtualmente una reforma en el Congreso o como si esto no fuera el pan de todos los días en una democracia liberal y representativa, donde unas reformas se aprueban y otras se hunden.
Por ejemplo, este Congreso tan vilipendiado últimamente le aprobó la Reforma Pensional; la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Agraria y Rural; la Ley del Cupo de Endeudamiento; la Paz Total; la Ley de la Matrícula Cero; la Ley Campesinos, Sujetos de Derechos; la Reforma Tributaria y el Código Electoral. El problema es que, tanto el Banco de la República como la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) advirtieron, que de aprobarse la reforma laboral tal y como está redactada, se perderían entre 450 y 600 mil empleos y no se volvería a crear un empleo más en Colombia. Por lo tanto, hay que mejorar las condiciones de los trabajadores, pero sin dogmatismos y teniendo en cuenta la realidad económica del país.
De pronto esta coyuntura podría terminar demostrando que el presidente Petro no cuenta con el mismo apoyo popular de hace tres años, porque el capital político también se acaba. Además, las desigualdades sociales en Colombia no se superan citando parábolas bíblicas sobre ricos y pobres. El país necesita una reforma laboral y unas reformas sociales profundas para fortalecer los cimientos de la nación, pero sin dividir o llenarnos de odios con maniqueísmos trasnochados.
Por último, no se puede descartar que la consulta popular termine como la otrora constituyente. Es decir, en nada, porque la oposición no está huyéndole al debate, sino tratando de evitar que el presidente Petro siga acabando con el país. En consecuencia, el jefe de Estado comenzará a buscar gobernabilidad en la calle y la oposición deberá seguir defendiendo la democracia desde las instituciones.
LANZA LLAMAS:
La senadora Isabel Zuleta insiste en incluir la reelección del presidente Petro en la consulta popular...
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Excelente comentario