Jorge Garcés B.
Colombia está ad-portas de volver a sufrir un apagón como el de 1992. El sistema de energía está al borde del colapso. El Gobierno Nacional y Ecopetrol lo niegan, pero, por ejemplo, para diciembre habrá que importar gas. La ola de calor es un verdadero infierno, a pesar de estar supuestamente en invierno. En otras palabras, no hay agua y la Niña nada que llega.
Las termoeléctricas son las únicas que podrían salvarnos de un apagón y paradójicamente funcionan a base de carbón, gas y fuelóleo. Tres elementos supremamente contaminantes y que el presidente Petro quiere que el país deje de utilizar inmediatamente. Por eso, la transición tiene que ser gradual, porque de equivocarnos las consecuencias serían catastróficas para el país.
La seguridad energética de Colombia depende de las termoeléctricas y de las hidroeléctricas. La matriz energética es mixta y debe diversificarse, pero los nuevos proyectos para producir energía, a partir del viento y del sol, son supremamente costosos y todavía se encuentran en etapas tempranas.
De tal manera, que 10 millones de colombianos podrían quedarse sin energía en cualquier momento, especialmente en la región Caribe, porque no hay ninguna garantía de que las lluvias que esperamos lleguen. En todo caso, me parece un absurdo que el presidente Petro responsabilice a los generadores de energía de esta situación. Por ejemplo, Empresas Públicas de Medellín (EPM) tuvo con Hidroituango sobrecostos de 10 billones de pesos. Y el Grupo Energía Bogotá (GEB) tiene 28 billones de pesos invertidos sin ninguna certeza de poder recuperarlos.
Más bien, creería que el ser humano está en mora de entender el problema de la ética ambiental, porque pretender dominar a natura es conflictivo, insensato y, además, de ser un crimen, es una paradoja. Entre otras cosas, la naturaleza es capaz de llenar cualquier vacío dejado por el hombre. En otras palabras, la naturaleza puede vivir sin nosotros, aunque esta no sea todavía “la batalla de los elementos” o la marisma del problema actual.
En todo caso, el hombre pareciera que tuviera una obsesión por estabilizar los suelos y construir con acero y hormigón edificaciones que obstruyan la libre circulación del aire; y, además, lo desvela el movimiento sonoro del agua, ignorando que natura es el mejor ordenador de ciudades. Por lo tanto, hay que entender cómo funciona la naturaleza antes de intervenir y alterarla.
Lo cierto es que la situación ambiental del mundo es alarmante. Cada vez los inviernos son más fuertes y los veranos más intensos. Hemos perdido el equilibrio. No obstante, la era científica en la que vivimos podría ayudar a que, desde enfoques positivos, constructivos y no apocalípticos, se despierte la conciencia ambiental de las nuevas generaciones; y por fortuna eso está pasando en todos los colegios del mundo.
La naturaleza es un espectáculo. La vida es un milagro y la muerte es un ejemplo de que la perfección sí existe. Y nosotros hacemos parte de esta red de vida que sustenta la vida y que está compuesta por más de 1.4 millones de especies y con más de 30 millones de especies todavía sin catalogar. De tal manera, que hacemos parte de una “comunidad ecológica”, donde cada especie cumple una función, una labor o una distribución del trabajo si se quiere.
Ahora bien, natura se organizaría sola si el ser humano no la impactara con su comportamiento, pero como lo hacemos, entonces tenemos que aprender a vivir en armonía con ella. El planeta Tierra es absolutamente perfecto. Tiene una atmósfera que regula el clima y se encuentra a una distancia del sol ideal para contar con una temperatura cálida; y además de todo, el planeta gira para que ningún lado de la Tierra sea muy frío o demasiado caliente.
Por eso la ruptura de los hábitats y del equilibrio del sistema demuestra que el único depredador que no se comporta como debería somos nosotros, porque todo lo demás funciona perfectamente en “la naturaleza de los dioses”. Por ejemplo, las criaturas útiles se reproducen más y hay menos depredadores que presas. ¡Es magnífico!
Por lo tanto, no podemos seguir rompiendo la cadena. El ser humano podría desempeñar un papel muy importante en la naturaleza y debemos ser conscientes de eso, de que todas las especies dependen de nuestra huella de carbono, plástica y líquida.
Lamentablemente, la razón ha sido un “atributo” absolutamente destructivo hasta para nosotros mismos. Dos terceras partes del mundo hoy son un infierno, demostrando una vez más, que este “pálido punto azul” no merece estar hecho para el hombre. En los últimos 150 años nos hemos comportado como un cruel e insensible amo, destruyendo la naturaleza y quebrantando uno de los más bellos círculos del universo.
Sin embargo, la Tierra es un organismo perfectamente estructurado y es una criatura en sí misma, que seguirá estando aquí cuando nosotros dejemos de existir en el próximo gran trastorno del orden y las cosas.
LANZA LLAMAS:
Mientras la Fuerza Pública lleva dos años sufriendo de una parálisis general, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) desaprovechó la oportunidad de hacer la paz y de cambiar hasta la política económica del país…
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DOCUMENTO DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:
BOTKIN, B, DANIEL. “Armonías discordantes. Una ecología para el siglo XXI”. Editorial Acento, Madrid, 1993.
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