HAY QUE LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE
- Jorge B
- 18 jul
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Jorge Garcés B.
La violencia en Colombia ha dejado en evidencia la histórica superficialidad del mal y la indiferencia de los ciudadanos, porque desde siempre hemos vivido entre “la negación del otro” y “el silencio de los guerreros”; muchas veces convirtiendo a víctimas en victimarios y a victimarios en héroes populares. Sin embargo, la deshumanización del conflicto colombiano debería llamarle la atención al presidente Petro y al ministro Montealegre, porque tratar de hacer la paz a las carreras, desordenadamente y distanciarse de Israel, Estados Unidos y de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) está poniendo en riesgo la Seguridad Nacional del país.
Los violentos en Colombia o en Cafarnaúm esconden su rostro literal y simbólicamente para no revelar su sociopatía. Máscara significa persona y todas las personas buscamos la identidad para tratar de saber quiénes somos. Pero la identidad es una construcción permanente e inacabada del ser humano, que se desarrolla cuando nos relacionamos con los demás en la familia, el trabajo, la escuela y en las estructuras criminales también.
Estoy haciendo un giro hacia el sujeto (siempre sujetado) y “el hombre de masas” en Colombia, porque los colombianos, por alguna extraña razón, no llamamos a las cosas por su nombre o a las acciones violentas por lo que son y utilizamos eufemismos que enriquecen nuestro uso del español, pero que terminan evadiendo inconscientemente la diferencia entre el bien y el mal, más allá de sus grisáceos y fijaciones morales o moralizantes.
Mientras tanto, la barbarie continúa y Gustavo Petro está haciendo que las condiciones que hicieron madurar los anteriores ciclos de la violencia resurjan y se profundicen. Menciono lo anterior, porque el conflicto armado en Colombia ya no tiene causas objetivas sino subjetivas. Es decir, que existen razones suficientes para responsabilizar a los violentos de sus actos, porque están obligando al Estado colombiano, por ejemplo, a tener que seguir invirtiendo en armas en vez de invertir en comida. Me refiero a la disyuntiva económica sobre la escasez de recursos y el costo de oportunidad.
Por lo tanto, nuestro trabajo, ante la deshumanización del conflicto y el peligroso delirio por el que atraviesa el presidente Petro, comienza por desnaturalizar la violencia y desenmascarar a los violentos. Esto se logra de muchas maneras, pero fundamentalmente utilizando datos y un lenguaje preciso, que comience por llamar a las cosas por su nombre; porque hasta en la literatura se analiza la violencia para comprender sus distintas narrativas y por supuesto que para descubrir las intenciones ocultas del narrador también.
LANZA LLAMAS:
El ultimátum de 50 días que Trump le dio a Putin seguramente terminará en una reunión entre el líder ruso y Xi Jinping en el día 51. Esta conjetura la comparten varios expertos en geopolítica que tienen a su alcance información privilegiada que yo no tengo. No obstante, el futurismo en los tiempos de hoy todavía está lejos de poder ser concluyente.
SEMANARIO LA LLAVE:
Te escribi un mensaje privado por chat sobre la columna. Un abrazo, MA