Jorge Garcés B.
A Colombia hay que interpretarla permanentemente. De eso saben más los políticos que los pensadores. Lo cierto es que hay que comprender las distintas realidades y sus efectos en la sociedad, sobre lo que existe, se transforma o deshace. Sin embargo, aterrizando esta reflexión y la pasada, la cocaína nos supera económica y moralmente. Además, es un problema que no depende exclusivamente de nosotros los colombianos.
Por otro lado, hace tiempo vengo sosteniendo la tesis de que, si no fuera por la economía del narcotráfico y la difícil geografía del país, Colombia hace tiempo hubiera sido otra Cuba y luego nos hubiéramos derrumbado como la antigua Yugoslavia. No nos digamos mentiras, el narcotráfico es una fuerza macroeconómica que sostiene a la economía colombiana. Otros más osados consideran que el narcotráfico redistribuye la riqueza más que el café y esto explicaría por qué el dólar no está por las nubes.
Dicho esto, las revoluciones y la esperanza suelen cambiar la historia y a los hombres. Además, ayudan a desarrollar el pensamiento y advierten sobre el deterioro de las ideas.
Para Foucault, el lenguaje limita al pensamiento. Para Walter Benjamín, el lenguaje no limita al pensamiento, sino que lo fragmenta; y como consecuencia la información que obtenemos de la realidad es incompleta. Por eso, la tarea de interpretar los hechos políticos sintetiza “El problema de la sociología del lenguaje”.
Esto es el lenguaje visto como instrumento íntimo del hombre, aunque no logre desnudarlo por completo; y así alcanzar la justicia social, cambiando la estructura de poder que nos gobierna. De tal manera, que una nueva organización social sólo puede ser impuesta por quien sea capaz de interrumpir la continuidad histórica de las cosas.
Esa fuerza se llama duda, porque no es con exceso de certezas modernas que le devolveremos la humildad al hombre y su capacidad de construir otra realidad desde la acción política concreta; participando solidariamente en la transformación del caos o en la organización social establecida.
La tarea es tratar de comprender las distintas realidades y el carácter destructivo del hombre. No hay que volver a hacer a Colombia, hay que volver a hacer al hombre y formarlo con la capacidad de construir un “Estado de Emergencia”. Un hombre que asuma las ruinas de la historia y de su propio declive.
Sin embargo, no es con marxismo ni esperando la llegada del Mesías que vamos a integrar al lenguaje con la realidad del país. La relación entre violencia y derecho se llama Estado y la relación entre historia y ruptura continuidad.
LANZA LLAMAS:
Lenguaje es ley
Natura es un poema
No sé cuántos libros son
Ni cuántos hombres debo ser
He dejado de ser yo
Soy de sangre, polvo y barro
DOCUMENTO AUDIOVISUAL COMPLEMENTARIO:
ESTADO Y CONTINUIDAD:
DOCUMENTO DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:
BENJAMIN, WALTER. “Walter Benjamín: ¿pesimismo o utopía? Una lectura de la historia y la sociedad”. Ediciones USTA (Universidad Santo Tomás), Bogotá D.C., Colombia - 2017.
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