EL ANHELO DE LAS ESTRELLAS
- Jorge B
- hace 20 horas
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Jorge Garcés B.
No hay discurso sin sujeto y no hay sujeto sin deseo o sin desear los objetos del deseo. Anteriormente, los discursos simplemente se hablaban, pero hoy se escriben para evitar caer en las espontáneas trampas de la palabra. Por lo tanto, discurso también es texto y lo componen secuencias discursivas o un asesino de frases. De tal manera, que no hay que analizar al sujeto, sino los discursos del sujeto, sus desviaciones o su organizada dispersión semántica.
Por eso, los discursos atraviesan al sujeto que no domina lo que enuncia como, por ejemplo, la política cuántica de un gobernante criollo, porque la forzosa relación de los conceptos dificultan la despolitización del discurso. Me refiero al hombre que desea volverse pueblo y vivir muchas vidas para transformarse y transformar el habla, una clase determinada, la forma de los objetos, la realidad de las realidades o el contexto político de una nación en particular.
Sin embargo, el saber y la verdad no son la misma cosa. El saber se relaciona con la verdad, porque desea conocerla, pero la verdad no desea conocer a nadie, ni mucho menos a quien la desea objetar para el goce del capital o para que el sujeto fragmentado por los saberes y codificado por un lenguaje común la gobierne, posea o consuma, a partir de las funciones y disfunciones de un discurso artificial.
Esta es la lógica discursiva detrás de la satisfacción del deseo por acumular significados con el uso y abuso de la palabra. Pero tanto fetichismo demanda una historia pasada o vivida y una historia en curso para articular discursivamente, que en el lenguaje está la crítica o la afirmación, en la forma está la diferencia y en la economía está el deseo por objetar el amor o al ser amado.
En otras palabras, este discurso sobre el discurso no pretende oponerse a una continuidad del goce capitalista o al lenguaje no verbal, pero sí subrayar el malestar que produce no desear unas prácticas discursivas diferentes, que organicen las palabras y desplieguen una subjetividad que vuelva a desear el cuerpo social de la pureza, la fuerza y la unidad.
Me refiero a una verdadera “máquina deseante” por el discurso libremente escrito y la producción subjetiva de todo aquel que quiera combatir los paradigmas y el pragmatismo de quienes se oponen al gobierno de la palabra, del libro y de la singularidad que no deben perder los códigos sociales.
LANZA LLAMAS:
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