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CONTRAVALOR

Jorge Garcés B.


La historia de la soberanía en el Estado moderno se podría sintetizar de la siguiente manera. La soberanía primero provino de Dios, luego del rey y finalmente recayó en el pueblo. El soberano es el pueblo y es quien hace una concesión mediante la celebración de un contrato social, pero jamás entrega su soberanía. Por otro lado, está demostrado que la democracia directa es un imposible democrático, por eso existen los mecanismos de participación en las constituciones garantistas, para tramitar asuntos puntuales en ciertos momentos de la vida política de una nación.


No obstante, la democratización, el abuso de los mecanismos de participación y las crecientes demandas de las capas medias de la sociedad requiere de ciudadanos y servidores públicos integralmente formados; para no ser presa fácil de la manipulación, la corrupción o la despersonalización violenta de quienes se ocultan en las redes, la burocracia o en las masas.


Porque la voluntad del pueblo y la voluntad política es un juego de intereses conflictivo y difícil de canalizar. Unos pretenden gobernar y otros ser gobernados por quien mejor se exprese discursivamente sobre la realidad, el contexto, los miedos, las expectativas y los vacíos de los ciudadanos. Al final todo se reduce a una lectura más emocional que racional y más instintiva que humana.


Cabe agregar que los tiempos en la política también definen lo que es necesario y más conveniente para el hombre en sociedad. Hoy por hoy, los ciudadanos juzgamos y somos juzgados en una vida que se ha convertido en tragedia y parodia a la misma vez. Sin embargo, nadie ha podido alterar la audacia y la artificialidad de un sistema que primero nos somete y luego nos ignora.


Me refiero a la anestesia y a la angustia fetichista que producen las cosas mundanas, de quienes compran compulsivamente a medianoche desde el celular o caminan alrededor de vitrinas durante horas para observar y ser observados. Estamos en un mundo donde se produce en escala, se desarrolla en masa y donde interviene más la mano invisible de los psicólogos que la del mercado.


Vivimos en un mundo en línea, donde todo lo sabe Google, Alexa o Siri, pero ninguno de los tres siente nada. Mientras tanto, la economía es una disciplina que se vende como humo. Economía es la administración de recursos escasos para la satisfacción de necesidades ilimitadas. Entiendo que existen injusticias que no controlamos, pero hay situaciones en las que sí podríamos intervenir y no lo hacemos; porque desde el poder se administra un mundo injusto y cruel, en vez de ayudar a crear un lugar más compasivo para todos.


Es cierto que reconciliar a la humanidad es un asunto de vida y alma o de miles de millones de mundos divorciados por las circunstancias y la realidad, pero debemos intentarlo. Esto no es cristianismo ni filosofía, sólo que cada generación tiene una misión y a las nuevas generaciones las están dejando sin tiempo o espacio para detenerse y reflexionar.


Por lo tanto, todo ministro de Hacienda debería primero contestar, ¿qué entiende por justicia social y cómo piensa ayudar a resolver el conflicto de una economía de castas que sólo protege al gran capital? ¿O cuáles son sus valoraciones éticas sobre la creación de un mundo habitable y compatible con la naturaleza? Esto tampoco es socialismo, es un simple llamado a la conciencia de quienes tienen en sus manos el poder de mejorar la calidad de vida de las personas. Es decir, debemos recuperar la economía para la vida y su conexión con las distintas realidades.


En síntesis, la propuesta de Manfred Max-Neef consiste en desarrollar personas y no objetos. En dejar de creer que crecimiento económico es sinónimo de desarrollo. De no seguir separando a la economía de la naturaleza o mucho menos de continuar ignorando que la economía es un subsistema de algo mucho más grande y finito. Y, por último, que ningún interés económico debe estar por encima de la vida como valor supremo.


Para concluir: toda generación padece unas particularidades históricas que debe enfrentar y aprender a vivir con ellas. Actualmente vivimos la crisis de la civilización y la posibilidad de un cataclismo producido por nosotros mismos que nos extinga como especie. Esto sería, no sólo posible, sino perfectamente natural, porque cada 27 millones de años la tierra sufre un nuevo comienzo.


Esta sería la sexta catástrofe en tal sentido. La única diferencia es que sería producida por el impacto de la huella humana en el planeta. Y otra especie sin drama alguno, pero con suficiente tiempo y espacio para detenerse y reflexionar nos reemplazaría sin ningún problema.


LANZA LLAMAS. “La economía desenmascarada” es un buen libro, pero “El desarrollo a escala humana” es mejor.


DOCUMENTO DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:


SMITH, B. PHILIP Y NEEF-MAX, MANFRED. “La economía desenmascarada. Del poder y la codicia a la compasión y el bien común”. Icaria editorial S.A. Barcelona, 2011.

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