DE FACTO
- garcesbjorge
- hace 4 minutos
- 4 Min. de lectura
Jorge Garcés B.
La Paz Total no es una política pública ni mucho menos una política de Estado. Es una Ley que, tal y como está diseñada, no tiene forma, futuro, rigor o método. El secuestro, la extorsión, las masacres, el desplazamiento forzado y el sicariato siguen en aumento, aunque los indicadores de violencia en manos del Gobierno Nacional digan lo contrario.
Lo cierto es que una política de paz requiere previamente de un acuerdo nacional y de una política de seguridad que la complemente. Sin embargo, pareciera que el eje del gobierno de Gustavo Petro fuera incendiar al país y que sus únicas preocupaciones fueran las elecciones parlamentarias y presidenciales del próximo año.
Ahora bien, si bien es cierto que hemos retrocedido en materia de seguridad, todavía no estamos como en los años de 1995 – 2005, cuando el país y sus principales ciudades estaban secuestradas, porque a ningún grupo armado de hoy le interesa tomarse el poder político y, porque su único objetivo es capturar las rentas legales e ilegales de los territorios en disputa.
En otras palabras, a ningún grupo armado de hoy le interesa entrar a Bogotá y tomarse el poder central o los centros de poder. Esa ilusión se volvió una simple resistencia boba del ELN, que desaprovechó la oportunidad de hacer la paz con el primer gobierno de izquierdas dispuesto a negociar hasta la política económica con ellos.
Sin embargo, Colombia tiene que consolidar la alternancia política en su ADN para que ningún caudillo de izquierda o de derecha pueda romper con facilidad el hilo constitucional; porque el miedo que produce el presidente Petro no es sano y una derecha reaccionaria tampoco lo sería. Colombia puede y debe hacer unas reformas sociales, pero gradual y concertadamente para irle arrebatando las banderas rojas y negras a los violentos.
Por otra parte, no hay ninguna necesidad de que el presidente Petro grite a los cuatro vientos que todos los ricos de Colombia son mafiosos y esclavistas, porque no es cierto. Entre otras cosas, hay un debate vigente sobre si en América Latina hubo o no hubo feudalismo estrictamente hablando.
En todo caso, hay que ser cómplice o muy ingenuo para pensar que los sanguinarios del ´Tren de Aragua´ necesitan amor. Así no se derrumba el paradigma de la justicia punitiva. Todo lo contrario, se pasa por alto el ciclo expansivo de la violencia que vive Colombia hoy y que le señala a los mercenarios prepararse para la guerra.
Sea como sea, negociar con unos y pretender someter a otros o reconocer la diversidad de agendas de los grupos armados en el campo de batalla es prácticamente imposible para un uniformado de la patria. Dicho esto, Colombia va rumbo a un escalonamiento de la guerra y a la posible suspensión del Estado de Derecho en algunos territorios de la geografía nacional. Lamento tener que decir que el tiempo juega en contra de la paz y de nosotros los colombianos.
LANZA LLAMAS:
El conflicto entre la India y Pakistán se remonta desde que la India se independizó del Imperio británico en 1947. La independencia produjo una guerra civil y de la India nacieron Pakistán y posteriormente Bangladesh o Tierra de Bengala. La pelea desde entonces es por un paraíso llamado Cachemira e involucra a la India, a Pakistán y a la China.
Pakistán fue un aliado de Estados Unidos durante la Guerra Fría y la India fue más cercana a la Unión Soviética. Claro que esto ha venido cambiando en el curso de los años, porque Pakistán se ha ido alejando de Occidente y la India ha pretendido jugar a dos bandas; por un lado hace parte de los BRICS, junto a los rusos y los chinos y por el otro lado hace parte del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad), junto a Estados Unidos y sus dos “satélites” Australia y Japón.
Lo cierto es que por Pakistán hay un corredor estratégico (la Ruta de la Seda) para que China pueda salir hacia el océano Índico. Así que el caos que generaría una guerra entre la India y Pakistán sólo beneficiaría a Occidente. Por eso, Rusia está tratando de mediar para que el conflicto por lo menos no se salga de los límites de Cachemira o de los territorios históricamente en disputa por las tres naciones.
Las transiciones no son fáciles y la historia del ser humano no es lineal. A veces se avanza y otras veces se retrocede. Lo mismo que ocurre en la guerra, pasa en la cotidianeidad y sobre todo en el arte. La evolución del ser humano es lenta e India va a tener que decidir de qué lado quiere estar antes de que se barajen las últimas cartas y se defina el nuevo escenario de la geopolítica mundial.
DOCUMENTO DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:
VALENCIA, LEÓN. “¿Plomo es lo que viene? Dos años de Paz Total: balance y retos”. Penguin Random House Grupo Editorial S.A.S. Primera edición en Aguilar: Bogotá – Colombia, enero de 2025.
ENLACE PARA VER EL SEMANARIO:
Comentarios