COLOMBIA SE VISTE DE SEDA
- garcesbjorge
- 17 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 may
Jorge Garcés B.
La Ruta de la Seda tiene varios caminos: el continental, que une a Europa por medio de Asia Central y Rusia. El marítimo, que crea un corredor entre el sudeste asiático y África oriental. El polar y el BRI, que incluye a Brasil, Chile y Perú para impulsar el comercio e invertir en proyectos de infraestructura, transporte y energía. La idea de China es supuestamente integrar financiera y científicamente al mundo sin prejuicios culturales o ideológicos. Lo cierto es que Estados Unidos está perdiendo su liderazgo en el hemisferio sur, donde sigue controlando los mares, pero China le está disputando la supremacía comercial.
Ahora bien, con la Ruta del Hielo (polar) China está buscando sacar ventaja de que Rusia cuenta con bases militares en el Ártico. Esto le permite a ambos países disputarse con Estados Unidos proyectos de extractivismo y geoestrategia. Por eso, el presidente Trump quiere anexar a Canadá y comprar a Groenlandia para controlar “el paso del norte”. Es decir, para tener un acceso directo a Alaska y controlar la frontera con Rusia en el estrecho de Bering.
Y para que desde Groenlandia, Estados Unidos pueda aprovechar el deshielo del Ártico para la extracción de minerales e hidrocarburos y taponarle ese corredor a los rusos y a los chinos. Lo mismo quiere hacer Estados Unidos en Etiopía, frenarle eventualmente a China la salida al océano Índico a través de Pakistán.
Dicho esto, Colombia ingresó a la Ruta de la Seda. En principio nadie debería oponerse a que un país soberano decida establecer nexos en un plano de relativa igualdad con otras naciones. Además, la Ruta de la Seda no es un tratado comercial y, por lo tanto, no requiere de la aprobación del Congreso. Es una especie de portafolio de inversiones en expansión y de relaciones comerciales crecientes, firmado por alrededor de 146 países del mundo con la China.
Sin embargo, no creo que Colombia tenga los anticuerpos para resistir las represalias de Estados Unidos y no descartaría de que eventualmente tengamos que dar marcha atrás de la misma manera que tuvo que hacerlo Panamá. Menciono lo anterior, porque no tengo la menor duda de que nos van a desertificar y, porque el viaje de Gustavo Petro a la China ya tuvo la primera respuesta. El freno de los créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a las firmas chinas que adelantan inversiones en Colombia.
Luego, vendrán represalias con las flores, el café y la cooperación militar. Es cierto que Colombia es un país independiente y soberano, pero en las relaciones internacionales hay que ser inteligente. Colombia no debió haber tomado partido en la guerra comercial entre Estados Unidos y China y ahora tendrá que asumir las consecuencias.
Además, el discurso antiyanqui del presidente Petro y su coqueteo con los BRICS tampoco es conveniente. Es verdad que Estados Unidos venía maltratando a Colombia y eso obligó a que el país tuviera que buscar alternativas. El problema es que con China tenemos un déficit comercial de más de 13 mil millones de dólares y reducir esa brecha no será fácil, porque ellos también defienden su mercado y comercialmente no se caracterizan por jugar limpio.
En todo caso, Colombia se había demorado en comenzar a diversificar su portafolio y en tejer relaciones comerciales con otras naciones, pero no podemos cometer el error de pelear con nuestro primer socio comercial. El quid del asunto está en cómo aprovechar eventualmente un mercado de 1.400 millones de habitantes sin pelear con Estados Unidos. Y el otro quid del asunto está en cómo hacer para que el contrabando proveniente de la China no quiebre a los empresarios de Colombia.
LANZA LLAMAS:
Se hundió la consulta popular y renació la reforma laboral. Estamos ante un verdadero gana-gana para el país. Ojalá que el presidente Petro lo entienda, porque un paro cívico o una huelga general lo podría tumbar a él.
ENLACE PARA VER EL SEMANARIO:
Comments