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REPENSANDO LA ECONOMÍA


Jorge Garcés B.

 

 

La economía de un país se sostiene sobre tres pilares: la seguridad jurídica, la seguridad física y la seguridad energética. En cuanto a la seguridad jurídica, Colombia lleva 19 reformas tributarias en 34 años. Es decir, que no hay seguridad jurídica de ninguna clase. Por los lados de la seguridad física, el deterioro es tan alarmante, que ya no hay un conflicto armado si no ocho conflictos armados. Y con relación a la seguridad energética, hasta la Unión Sindical Obrera (USO), que financió con más de cien millones de pesos la pasada campaña presidencial de Gustavo Petro está preocupada con la situación de Ecopetrol y están pidiendo a gritos más exploraciones de gas y petróleo. Dicho de otro modo, sin cumplir con estos tres pilares no puede haber una economía sana, ni confianza o interés empresarial para invertir un peso.

 

Ahora bien, la mejor reforma tributaria que puede hacer cualquier gobierno en el mundo es reducir el gasto de funcionamiento para bajar la deuda y mejorar el clima de la economía. Entre otras cosas, porque la inversión en Colombia cayó en un 12 %. Mientras tanto, la mayoría de los economistas del país celebran el ajuste progresivo de la gasolina y el diésel, porque es lo que señala la regla fiscal, a pesar de su impacto inflacionario.


El analista político Aurelio Suárez asegura que, el gobierno de Petro no es en realidad de izquierda, porque el Fondo Monetario Internacional (FMI) durante el 2023 y el 2024 no ha hecho otra cosa que aplaudir la política fiscal del primer mandatario. Además, la jefe del Comando Sur ha venido más veces a Colombia en los últimos dos años, que todas las visitas de sus antecesores en los gobiernos de los expresidentes Uribe, Santos y Duque.

 

De cualquier forma, Colombia necesita abrir todos los caminos posibles para la reactivación económica y debería empezar por bajar el impuesto de renta que hoy tienen las empresas. Actualmente es del 35 % y debería ser del 30 % para ser competitivos. Es cierto que el gobierno del presidente Petro heredó un problema fiscal, pero sus áulicos deben entender que todos los libros de economía le recomiendan a los países endeudarse ante la eventualidad de una guerra (economía de guerra), una pandemia o una catástrofe de grandes proporciones. Además, el haber perdido el grado de inversión hizo que los intereses de la deuda comenzaran a ser mayores.

 

Una medida que se podría estudiar para promover el consumo de los estratos 1, 2 y 3 es la de no aplicarles el IVA. Otra idea podría ser que todos los ciudadanos declaren renta y que los que devengan poquito, paguen poquito, pero que se amplíe la base contributiva. También se le podría proponer al Banco de la República bajar las tasas de interés y que el gobierno ayude a controlar la inflación mediante una reducción arancelaria del 20 %.


Otra idea para buscar un mayor recaudo debería concentrarse en combatir el contrabando en todos los San Andresitos del país, en los trece aeropuertos internacionales de Colombia, con especial atención en El Dorado y en las diez zonas portuarias de la nación. Otro asunto para revisar es el de las grandes obras del país, que hoy se encuentran casi todas paralizadas por la corrupción y la tramitología de las licencias ambientales y el abuso del derecho fundamental de la consulta previa; porque el diálogo entre el Estado y las comunidades no puede seguir siendo a través del chantaje.

 

El problema tiende a complejizarse, porque la reactivación económica debe hacerse territorialmente, dado que cada región tiene particularidades distintas. Es decir, tipo de suelos, tipo de climas, vocación agrícola, ventajas comparativas, entre otros (catastro multipropósito). Lo cierto es que la difícil situación económica del país no se debe a factores externos. Así que, hay que pedirle al presidente Petro que haga menos ruido y no ahuyente la inversión.

 

Por otro lado, desde hace un mes la banca dijo estar dispuesta en darle una mano al país y evitar de esta manera las “inversiones forzosas”. Era a las buenas o a las malas y la banca prefirió a las buenas; y, aunque el presidente tratará de hacer lo mismo con otros sectores de la economía nacional, “el acuerdo” con la banca es el de irrigar 55 billones de pesos en los próximos 18 meses para reactivar la economía.

 

Sin embargo, veo tres problemas “a ojo de buen cubero”. Existe un adagio popular que reza de la siguiente manera: “los únicos que se enriquecen con los créditos son los bancos”. Dos. Dudo del criterio de las juntas de acción comunal (JAL), más no en sus buenas intenciones a la hora de invertir los créditos. Tres. Este gobierno en particular genera muchas expectativas y las expectativas que no se cumplen se vuelven problemas. No obstante, ojalá el Gobierno Nacional y el sector privado sigan trabajando en llave y dejen atrás los antagonismos, que en nada contribuyen a los cimientos de la nación.

 

Todo esto no quita que el presupuesto para el 2025 esté desfinanciado en 40 billones de pesos. Además, no hay manera de que el país se endeude más por aquello de la regla fiscal y, porque otra reforma tributaria, más la eventual aprobación de la reforma laboral representarían la estocada final para los empresarios de Colombia. Por eso, hay que reducir el gasto de funcionamiento en un 50 % para recuperar la actividad productiva el próximo año y reducir el déficit del 5 % al 3 % del Producto Interno Bruto (PIB).

 

Recordemos que el buen desempeño de la política fiscal de un gobierno depende de cómo se consigue la plata y de cómo se gasta la plata. De tal manera que, en materia fiscal, el gobierno de Gustavo Petro ha sido un desastre y ni hablar de la reforma tributaria del exministro Ocampo. Las cuentas son más o menos así: el 65 % del presupuesto nacional se va en funcionamiento. El 21 % se va pagando la deuda. Y sólo queda un 16 % para inversión.

 

Por si fuera poco, en los últimos tres años el gasto de funcionamiento ha crecido en un 20 % sin que la economía del país creciera lo suficiente para justificarlo. Además, hay entidades que no se necesitan y hay ministerios que se podrían fusionar o incluso eliminarse. El Estado no necesita tres fiduciarias y tantas agencias. Necesitamos simplificar el aparato del Estado, reducir la burocracia (el Estado tiene 1 millón 300 mil funcionarios) y minimizar la tramitología; porque una empresa en Colombia debería poder hacerse o deshacerse en un día.

 

Todos los ministros de Hacienda saben que el Estado necesita tijeras, pero el Estado mismo no lo permite y no hay voluntad política para modificar lo que se volvió un modus vivendi y la manera más expedita de enriquecerse en Colombia. Lo que nadie entiende es cómo un gobierno sin caja deja ir 600 millones de dólares en exportaciones de carbón y frena un negocio que representaba 3.5 mil millones de dólares para Ecopetrol; sabiendo que hoy de cada $100 pesos que le entran debe $68.

 

También hay que tener en cuenta que no todos los sectores de la economía nacional se reactivan igual de rápido. Por ejemplo, la construcción se reactiva en un santiamén, pero las manufacturas no y, por lo tanto, los resultados en este sector en particular no se van a materializar en el 2025.

 

Por otro lado, más allá de que el presidente Gustavo Petro sea un “socialista utópico” o un ecologista radical, Colombia tiene un “presupuesto inflexible a la baja”. Es decir, que el 90 % del presupuesto está comprometido. No obstante, se le puede echar mano a los 100 billones de pesos que hay en exenciones tributarias para personas, IVA y eventualmente renta, porque Colombia no puede seguir pagando una tarjeta de crédito con otra.

 

Por último, hay que explorar qué hacer con los 5.6 millones de micronegocios informales que hay en el país, porque son el grueso de la economía nacional; mientras que los negocios formales no superan las 1.8 millones de empresas. En los 5.6 millones de micronegocios informales está el futuro económico de la nación. Mientras resolvemos cómo incentivar a la economía informal para que se formalice, el presidente Petro va a tener que reducir a la mitad el gasto de funcionamiento y comenzar a comerse su capital político tomando medidas impopulares, porque no hay otra manera de ampliar el recaudo sin ahuyentar la inversión o pegarse un tiro en el pie.

 

LANZA LLAMAS:

Invamer Poll

Medición # 162

Agosto de 2024

 

Una parte de los votos anticorrupción que ayudaron a elegir a Gustavo Petro como presidente de la República se le fueron con los hechos ocurridos en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) y el manejo que le ha dado al fraude electoral en Venezuela tampoco ha sido bien recibido al interior del país por parte de los colombianos. El balance para Gustavo Petro es negativo (la favorabilidad no se recupera), especialmente en materia económica; en la lucha contra las drogas; en el ruido que generó la constituyente; en el acceso a la salud; en la percepción de inseguridad y en el costo de vida. Hay una sensación de malestar generalizado en la población. Muchos de los que votaron por Gustavo Petro dicen que no van a volver a votar; seguramente, porque el jefe de Estado es un hombre que genera expectativas y, por ejemplo, su reiterado incumplimiento a los eventos desconcierta a los ciudadanos. A veces es amoroso, otras veces es un combatiente. El trabajo comunicacional en la red social X contrasta con la propuesta audiovisual en Instagram, TikTok y YouTube. En síntesis, la fuerza política de Gustavo Petro está en la bandera ambiental, en el sector de la agricultura, en la ciudad de Cali y en los jóvenes de 18 a 24 años de edad.

 

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