Jorge Garcés B.
Colombia ha sido un país históricamente centralista y su periferia no ha sido un territorio que le sobra si no que le hace falta integrar. En Bogotá está el poder, pero en el resto del país están las raíces, esperando verdaderas transformaciones económicas y no simples cambios en las esferas del poder. De tal manera que, la transición mientras se integra al país, no puede convertirse en otra condena para los territorios ni en una amenaza presupuestal para el resto de la nación.
Al mismo tiempo, es fundamental que esta intervención económica no caiga en las tentaciones del populismo para superar el miedo y la esperanza como formas históricas de manipulación política; porque “no hay soluciones fáciles para problemas difíciles” (Boaventura De Sousa) y Colombia tiene muchos problemas difíciles por resolver.
Por ejemplo, defender la democracia no puede seguir siendo una justificación para mantener el statu-quo y desconocer la democracia colombiana, a pesar de todas sus imperfecciones, tampoco puede justificar que el presidente de la República amenace con una ruptura institucional.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) es una institución con unas competencias muy claras: dos sentencias de la Corte Constitucional y una sentencia del Consejo de Estado (no conceptos) dicen claramente que el CNE es el organismo competente para investigar las campañas presidenciales, pero que bajo ningún punto de vista puede destituir o suspender al jefe de Estado.
Entonces, nadie entiende qué alega el presidente Petro ¿o acaso está desconociendo la constitución y la ley? Nuevamente, el CNE sólo investiga, sanciona administrativamente e interpone multas en caso de encontrar una violación en los topes de una campaña presidencial; porque, por ejemplo, para eventualmente suspender la personería jurídica de la Colombia Humana, sólo la Comisión de Acusaciones de la Cámara tendría la facultad constitucional para hacerlo; y ni hablar de la eventualidad de un juicio político por razones de tiempo.
El problema es que el primer mandatario también afirmó que desconocía las competencias constitucionales de la Comisión de Acusaciones de la Cámara, dizque por su naturaleza política. En todo caso, desconocer sentencias de la Corte Constitucional, del Consejo de Estado y desconocer las competencias constitucionales de organismos como el CNE o la Comisión de Acusaciones de la Cámara es una clara ruptura institucional. Debo confesar que nunca me imaginé que iba a defender a la Comisión de Acusaciones de la Cámara, pero la actitud y el comportamiento de Gustavo Petro es democráticamente inaceptable.
Por lo tanto, cuando el presidente Petro dice que lo quieren matar y/o tumbar en los próximos tres meses, pareciera más una cortina de humo para tapar los problemas que tiene gobernando el país. Y esto explicaría por qué Gustavo Petro está desinformando a sus electores y pidiéndoles una vez más que salgan a la calle para desviar la atención.
Es más, el gerente de la campaña del expresidente Santos lo metieron a la cárcel y nunca escuchamos la palabra “golpe”. Violar los topes de una campaña presidencial es hacer trampa, está tipificado en el Derecho Penal como un delito electoral y la campaña presidencial de Gustavo Petro y su gerente no están exentos de cumplir con las reglas del juego democrático.
Pero, retomemos: el marxismo hace mucho tiempo dejó de ser un adversario que pudiera corregir eficazmente las asimetrías y las contradicciones sociales que generan el capitalismo y el mercado. No obstante, las organizaciones sociales y políticas necesitan de ajustes permanentes, porque son estructuras paradigmáticas e inacabadas. Lo cierto es que la democracia de mercado y el capitalismo necesitan recuperar la racionalidad para transformar e intervenir un estado de cosas peligrosamente injusto, que está desafiando la estabilidad y la lógica institucional de todas las democracias del mundo.
“Democratizar la democracia” significa estar ajustando permanentemente las instituciones del Estado sin afectar la seguridad jurídica de los países y manteniendo un equilibrio entre la representación y la participación política. En otras palabras, el quid del asunto está en acortar las distancias que crean las democracias liberales entre gobernantes y ciudadanos, pero sin abusar de los mecanismos de participación como equivocadamente lo hacen las democracias plebiscitarias.
El desafío de las democracias de hoy ya no está en volver al fascismo de los años treinta o cuarenta del siglo pasado en Europa, si no en la desigualdad y en unas relaciones de poder donde se producen “microdictaduras”, que consolidan “sociedades políticamente democráticas, pero socialmente fascistas” (Boaventura de Sousa).
LANZA LLAMAS:
Es muy grave que hayan suspendido a Colombia del organismo contra el lavado de activos (Egmont) por la filtración que realizó el presidente Petro sobre la compra del software Pegasus. Todas las inteligencias y contrainteligencias del mundo hacen espionaje en aras de la Seguridad Nacional de sus respectivos países. Además, el derecho a la intimidad de un mundo en línea ya no existe. Esto significa que hemos pasado del pragmatismo de la realpolitik al determinismo tecnológico de la realidad virtual. Bienvenidas las regulaciones…
DOCUMENTO AUDIOVISUAL COMPLEMENTARIO:
ENLACE:
DOCUMENTO DE REFERENCIA Y/O CONSULTA:
SANTOS, DE SOUSA, BOAVENTURA. “La difícil democracia. Una mirada desde la periferia europea”. Ediciones Akal, S.A., Madrid, España, 2016.
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