Jorge Garcés B.
El otro día escuché la frase “Colombia necesita menos Word y más Excel”. Menos calificativos y descalificaciones y un mayor esfuerzo por tratar de ser precisos y eficientes para trabajar en equipo y resolver los problemas que nos aquejan a todos. Porque como diría el exalcalde de Cali Maurice Armitage: “ni los ricos son tan malos, ni los pobres son tan buenos”.
Mientras tanto, hay miles de colombianos volviendo al monte, no para continuar en “una guerrilla sin fin o sin fines”, sino para comenzar otro ciclo de la violencia en Colombia. Estamos hablando de grupos híbridos, sin nacionalismos o causas populares y que no pretenden tomarse el poder. Sin embargo, influyen política, militar y económicamente en los territorios, disputándose las rentas ilegales y fragmentando de cierto modo a la nación.
Esto no significa que el Estado colombiano esté en peligro de desaparecer, pero la soberanía estatal sí se encuentra amenazada, porque carecemos de una fórmula bélica o político-militar, que sepa enfrentar a estos grupos y a sus dinámicas híbridas diseminándose por todo el país.
Simultáneamente, el deterioro en la favorabilidad del presidente Petro ya es una tendencia difícil de revertir. Su estilo pugnaz y confrontacional divide y fustiga en vez de convencer, persuadir y unir a los colombianos. Entre otras cosas, porque muchos de sus planteamientos también los propone el Fondo Monetario Internacional. La única diferencia es que el FMI no fomenta la lucha de clases, ni cuestiona la legitimidad de cualquier vestigio de riqueza en Colombia.
Es muy posible que este aparente error en la estrategia de comunicaciones de la Casa de Nariño, en realidad se deba a que gobernar es más difícil que lanzar arengas desde la plaza pública. Otra hipótesis para entender la radicalización del primer mandatario es que se está preparando para el caos en caso de que la coalición del expresidente Gaviria, Germán Vargas Lleras, el partido de la U y los conservadores, le bloqueen las reformas y pierda las elecciones plebiscitarias en octubre.
También podría ser que el jefe de Estado esté haciendo una lectura equivocada del momento histórico, porque el pueblo de Colombia quiere mejorar su calidad de vida, no matarse por un caudillo entre sí. De cualquier forma, se dice que al interior del gobierno claman por el regreso de Roy Barreras, por ser el único capaz de entablar un diálogo político en el congreso, basado en acuerdos, concertaciones y consensos, para que las reformas sociales tengan algún futuro en la segunda legislatura. Ojalá el presidente Petro entienda que el país está pidiendo más diálogo entre las fuerzas políticas y menos discursos incendiarios.
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