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DE USAID A LA LIMPIEZA ÉTNICA

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Jorge Garcés B.

 

 

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) es la ayuda no-militar que reparte el imperio norteamericano alrededor del mundo en materia económica, política, humanitaria, agrícola y sanitaria. Dicen las malas lenguas que es un brazo de la CIA y el equipo de Elon Musk quiere cerrarla por “derrochona” e ineficaz. Sin embargo, el presidente Trump ha preferido depurarla y por eso puso al secretario de Estado Marco Rubio al frente de esa tarea. No obstante, un juez federal acaba de ordenar que USAID debe seguir financiando y cumpliendo con todos sus compromisos en el exterior.

 

Lo cierto es que USAID es de suma importancia para muchos medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, universidades, tanques de pensamiento y centros de investigación. Sin embargo, en las últimas semanas se han venido destapando asuntos que no se deberían de desestimar. Por ejemplo, USAID financió con 5 mil millones de dólares el golpe de Estado en Ucrania. Recordemos que la guerra en Volinia Occidental no comenzó en el 2022, sino en el 2014, cuando se derrocó al gobierno ultranacionalista de entonces para imponer un régimen proestadounidense.

 

USAID también operaba en Rusia desde el fin de la Unión Soviética, pero cuando Putin llega al poder en el 2012 es inmediatamente expulsada de Moscú. Putin sabía que la USAID no era ninguna santa y que venía apoyando a un sinnúmero de golpes blandos y “revoluciones de colores” en los territorios de las antiguas repúblicas soviéticas. Por si fuera poco, Reporteros sin Fronteras y su afán por la libertad de la información calcula que USAID financió en el 2023 a más de 6.200 periodistas; 707 medios de comunicación privados como el New York Times; 279 organizaciones no gubernamentales y ahora se encuentra en standby el desembolso de 268 mil millones de dólares para el 2025.

 

Otro problema con el que se ha encontrado la administración del presidente Trump es que, por ejemplo, se perdieron alrededor de 100 mil millones de dólares en Ucrania y Zelenski ha solicitado cínicamente 20 mil millones de dólares adicionales para buscarlos. Lo cierto es que la USAID ha estado involucrada hasta los tuétanos en la guerra de Ucrania como brazo del Departamento de Estado, la CIA y la Casa Blanca.

 

Para el caso de Siria, la USAID aportó alrededor de 15 mil millones de dólares en operaciones encubiertas, financiando a los Cascos Blancos y su delgada línea ética para ayudar a los civiles en las zonas controladas por Al Qaeda, facciones yihadistas y el Estado Islámico. En otras palabras, no sería descabellado pensar que recursos de los norteamericanos hayan terminado en manos de quienes tumbaron las Torres Gemelas.

 

Otro caso es el de Afganistán. USAID invirtió cientos de millones de dólares en sistemas de riego y fertilizantes, pero que luego terminaron en las plantaciones de amapola, aumentando la producción de heroína en un 90 por ciento durante los casi 20 años de ocupación.

 

En síntesis, la USAID ha sido una agencia de cooperación de gran ayuda para el planeta, pero también ha sido una herramienta del imperio para desestabilizar gobiernos y portarse mal. El punto es que la administración de Donald Trump piensa darle otra orientación. Entre otras cosas, porque el magnate republicano no quiere que Estados Unidos siga siendo la policía del mundo ni del pensamiento y prefiere concentrar sus esfuerzos en contrarrestar la amenaza que representa China, aunque eso signifique pasar por encima de sus “amigos” y regresar a los tiempos del proteccionismo a ultranza.

 

Por otra parte, Trump está aparentemente interesado en reconstruir Gaza y convertirla en otra Riviera Maya, pero no sin antes enviar a los más de dos millones de palestinos a los siguientes lugares: Jordania, Egipto, al desierto de Néguev (sur de Israel), Etiopía, Marruecos, Ruanda, Congo, Chad, España, Noruega e Irlanda; para que luego colonos israelís y empresarios norteamericanos pueblen el lugar y se encarguen de explotar el gas del mar Mediterráneo. ¡Esto sería una limpieza étnica! La idea también consiste en finalmente desarrollar el canal artificial Ben Gurión; una vieja apuesta de Israel para conectar al mar Rojo con el mar Mediterráneo. De esta manera Israel reduciría su dependencia con el canal de Suez y junto a Estados Unidos le negarían el paso a los buques chinos.


En todo caso, nada de lo anterior podría realizarse ni sería viable, porque desestabilizaría a Egipto y a toda la región. Es cierto que Jordania aceptó inmediatamente la locura de Trump, pero Egipto preferiría mil veces cambiarse de bando y romper el acuerdo de paz con Israel antes que aceptar semejante despropósito. En otras palabras, Egipto optaría por comenzar a comprarle el armamento militar a China y a estrechar las relaciones con Rusia, a pesar de ser el segundo país después de Israel que más recursos recibe por parte de Estados Unidos en la región. Arabia Saudita tampoco está para nada contenta con la idea de Trump, porque “la tierra de las dos mezquitas sagradas” viene haciendo grandes inversiones en Egipto y quiere seguirlas haciendo, dada su histórica rivalidad militar, económica y dinástica con los Emiratos Árabes Unidos.

 

Por lo tanto, la idea de Trump tiene muchos problemas. Por eso, detrás de Gaza debe haber algo más significativo. Lo cierto es que quienes la destruyeron ahora la quieren reconstruir. Cabe agregar que la única manera para que Gaza algún día se pueda convertir en el Cancún del Medio Oriente es que los más de dos millones de palestinos se beneficien directamente de la reconstrucción de su país, de la explotación del gas que les pertenece en el Mediterráneo y que puedan seguir viviendo allí, prósperos, tranquilos y seguros.

 

El hecho es que el proyecto inmobiliario para Gaza tendría 41 kilómetros de costa frente al Mediterráneo, 360 kilómetros cuadrados y sería un paraíso turístico sin igual. Por consiguiente, el Medio Oriente está en disputa. América Latina y el Caribe prácticamente no existen en el mapa y Rusia y China son los únicos límites, polos u obsesiones que tiene Trump sobre la mesa.

 

Por eso, el plan de Gaza está hecho para que no funcione. Trump le entregó Ucrania a Putin, así Zelenski llore o patalee y Gaza es un nuevo punto de partida para comenzar a negociar con Rusia y China. Más aún, porque el único que se beneficiaría con la locura de Gaza es Netanyahu. El problema es que Trump está negociando con la vida de millones de personas y con culturas milenarias, inclusive más antiguas que Israel como si se tratara de un asunto de bienes raíces en un barrio de Nueva York.

 

De manera que Estados Unidos se está disputando el nuevo orden mundial con Rusia y China. Al parecer Trump tiene los ojos puestos en Etiopía o el Cuerno de África. Etiopía es el único país africano que nunca fue colonizado, pero que sigue siendo muy pobre y bastante poblado. Sin embargo, tiene un enorme potencial económico para la agroindustria y la producción de alimentos. Al parecer es aquí donde Trump quiere plantarle cara a China y a la India. Nadie sabe a ciencia cierta qué hay detrás de todo esto, pero es la puerta de entrada a Oriente Medio, Europa y Asia en el océano Índico.


LANZA LLAMAS:

 

Me sumo a la tesis de Pedro Medellín. Gustavo Petro no está pensando en las presidenciales, sino en las parlamentarias. El futuro político de la izquierda en Colombia está en la configuración del próximo Congreso y el jefe de Estado tiene la gente para dar la pelea.  

 

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